En tiempos remotos el ser humano anduvo perdido entre valles y lagunas, viajando de un lado a otro, atravesó lugares ignospidos, lugares maravillosos, pero otros de gran dureza y sequedad, siempre intentando abrirse en nuevos proyectos, nuevos caminos, nuevas esperanzas e ilusiones.
A veces encontraba consuelo, otras se sentía perdido y aturdido por encontrarse lleno de miedos en profundas lagunas de su propio ser. Encontró destellos de luz, de donde realmente no sabía de donde procedían ni hacia donde iban, solos guiados por instinto permanecían ocultos en sus nuevos quehaceres de su descubrimiento. Visitaron lugares, proyectaron raíces y dejaron semillas.
Estos hombres sin ser conscientes estaban dejando un futuro para los demás. Eran realmente esclavos y misioneros a la vez de su propio destino, de nuestro propio futuro.
Cuando uno caía, caían muchos, pero eran arropados por grandes fuerzas ya que el destino de ellos eran semillas para vosotros en un futuro. Decaídos en ocasiones encontraban fuerzas insuperables a aquellos momentos y aquella fuerza estaba llena de luz y Amor. La tarea era ardua, la misión inconsciente realizaban, apenas eran conscientes de aquello.
Habían sido elegidos por la transparencia de su ser, de su espíritu, de ahí la poca conciencia dentro de la consciencia. Su ignorancia era la humildad, la belleza era el amor, las semillas la paciencia y el mayor regalo la meta alcanzada.
Así hermanos muchos de vosotros seguís sin ser conscientes aquellos pasos que marcaron el futuro de muchos de los de hoy. Seguís marcando esperanzas y anhelos ocultos aun por salir a la luz.
Portadores de sueños inalcanzables en estos momentos, pero logrados en un futuro, somos, sois sembradores de esperanzas y sueños de paz. Todo algún día llegara. Nunca dejar de soñar y creer, ser fuertes, confiar.
Todo hombre del pasado con gran luz sigue ayudando a toda la humanidad, nada, nada se pierde en el camino a pesar de los momentos que tantas veces os toca pasar.
Con amor y luz los hermanos de la caridad.
30- 3 – 2019
Templanza