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Con las manos… con tus manos

Mensaje recibido el día:

03-01-2014

Con las manos… con tus manos.

Qué gran belleza sencilla y difícil tal vez para los seres humanos que aún persisten en un mal estancamiento de poder y violencia; aferrados a su propia naturaleza, pero poco define esta expresión, pues aferrados ocultan sin sabores de la vida, de muchas vidas pasadas, y encerrados dentro de un ocaso sin acaso justo o verdadero.

Son manos que en ciertos momentos tuvieron grandes oportunidades, pero no aprovecharon dejando escapar. Grandes infortunios vivieron y crearon sin una justa razón de ser, y dentro de su plenitud crearon maldades injustificadas, pero realizadas, produciendo grandes dolores a la humanidad a sus grandes hermanos.

Sin una razón de ser muchos fueron creados para tener en otros momentos oportunidades divinas, que rechazadas caminaron por sendas peligrosas transformando caridad en maldad, destructores de un gran poder, sin arrasar verdaderamente lo bueno de cada ser.

Destruyeron y corrompieron, pero no hubo lugar en donde pudieron descansar, pues su propia maldad los envolvió creando su propia condena.

Transcurrieron años, transcurrieron siglos, sintiendo pesar y llanto dentro de sus corazones, esas maldades debían de neutralizarse convirtiéndose en otras fuentes más fructíferas y menos dañinas.

El espíritu como hombre y el hombre como espíritu debía de tener otras oportunidades, pero para eso debía de doblegarse tanta violencia y comenzar a crecer brotes de ternura, comprensión y deseos de bien.

Transcurrido el tiempo, perduraba residuos que adormecidos estaban, pero debían recorrer otros caminos para poder percibir y crear otra diferente armonización. Todo había sido oscuro, pero no había ninguna oportunidad que no pudiese volver a renovar.

Hubo llantos y muchos, aquellos llantos que ellos mismos habían producido. Aquel constante sufrimiento comenzaba a dar brotes nuevos de esperanzas, y otras manos llenas de dulzura y bondad se presentaba ante ellos.

 Eran manos blancas, dulces y transparentes, brindando calor, un calor espiritual que no podía definirse pero estaba allí, solo allí, y en ese preciso momento comenzaban los corazones a cambiar, a sentir esa pequeña y gran esperanza, solo allí y en ese momento la luz se abrió para ellos. Era la oportunidad de sentir que nunca habían estado abandonados, y era el momento de retornar en oportunidades esclarecedoras y redentoras hacia un bien común.

Había un movimiento dentro de sus corazones y cansados de recorrer la oscuridad anhelaban la luz del bien, para ello asumieron otras batallas, pero estas debían de ser constructivas y creadoras de paz, luz y armonía. Se les brindo grandes enseñanzas en donde debían de crecer en espíritu y luz, aquellos dolores que crearon debían de darlos en amor y crecimiento, ayudando a todos sin medida, era una tarea complicada puesto que sus corazones habían caminado en la dureza del alma.

Hoy siguen caminando, creciendo y dando rayos de luz y bondad, derramando manos de ayuda, porque crecieron en espíritu sabiendo y buscando la luz que permanecía dentro de sus interiores, esa luz que cada uno guarda y lleva, de la cual fue creado, esa luz que en ciertos momentos especiales descubriréis y ya no querréis guardarla más, porque en ese instante comprenderéis la riqueza del alma y la creación que lleváis para donar y dar.

Manos que destruyen; pero que aprenden amar, a dar, ayudar y crecer, son manos que renuevan la luz del mundo para que el mundo comience a ser luz de amor para todos por igual.

Manos en luz, cuanto bien puede dar.

Soñar, amar, pero dar. Fuente de luz.

Paz y amor.

Un espíritu que soñó poder crear en el bien y lo logro.

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