El ojo que no ve, el ojo que ve.
El ojo que no ve es como aquel árbol que no florece por mucho abono que reciba, no, no da fruto, así en la vida va pasando en muchos espíritus que cegados en su propia materia no percibe la luz de la que es regado y regalado a cada momento.
Se cierra sin poder ver mas allá de lo que tiene delante de sus propios ojos, e incluso podría ver la propia luz y no aceptarlo por su propia obstinación e inmadurez.
Son personas que se encierran en su propia fisonomía terrenal sin querer o desear algo más, algo que pueda sacarles de sus propias ideas, buscando escusas sin sentido pues no desean creer, ni ver. Perdieron la fe, esa fe que no crearon en ningún momento, pues la fe razonada y bien anclada no pierde su fuerza, se puede tambalear pero no perder puesto que ya formo grandes raíces.
Esa fe que sale del corazón y llega a esos hombres, a esos espíritus con la mirada en lo alto y con los ojos del alma, aquellos que sin mostrarles nada, sienten y ven, pues son los ojos del alma los que les permite ver y sentir, sus raíces crecieron en amor y fortaleza, sienten un amor tan profundo que no necesitan ninguna demostración para ver la luz, su espíritu ya lo logro en otra existencia.
Esos espíritus siguen progresando en amor y caridad sin necesidad de ninguna prueba. Muchos de ellos no necesitan estar unidos a ninguna religión o creencia de la Tierra, actúan por su propia nobleza y derraman su propia luz que ya descubrieron.
Aquellos espíritus que no ven, que cierran sus ojos, que solo ven su propio ego y el mal, llegara un día que abrirán los ojos a la realidad del espíritu, a la realidad del bien, pues el progreso es para todos por igual solo que cada uno elige un camino más largo o más corto, solo depende de él, pero la meta es para todos. Solo abrir los ojos a la luz del entendimiento del amor en luz para vuestro adelanto ahí en la Tierra y poder construir caminos de bien para todos.
No cerréis los ojos al entendimiento, abrirlos al amor en luz hermanos.
Con amor y luz.
3- 3- 2015